Pues hala, venga, a nevar y nevar sin parar!!
Que los primeros días hace ilusión, y pasadas cuatro nevadas ya empieza a resultar como repetitivo, no?. Pero vamos, que a mí me gusta. Sobre todo ver árboles escarchados , carámbanos colgando de las cornisas y grandes extensiones inmaculadamente blancas que te queman hasta las retinas.
Lo malo , o mejor dicho lo bueno, es que para ver todo eso hay necesariamente que salir de las ciudades que son esos lugares donde cuando nieva todo se vuelve un caos: atascos de trafico, autobuses que no llegan, accidentes, hielo en las aceras , y nieve renegrida y fea amontonandose a los lados de las calles..
Así que este finde me he puesto más capas de ropa que una cebolla, he sacado mi gorro de lana con pompón (pon pon, pon pon, yo tengo mi pon póooon)y mis manoplas de punto bobo y he salido a la nieve. Pero no a deslizarme por las pistas, que ni los skies ni las tablas de snowboard o como se diga son compatibles con mi persona. A mí me van más los deportes de riesgo y por eso me he lanzado en trineo melenas al viento y cuesta abajo, sintiendo ese gélido viento en mis mejillas. Un subidón.
Vale, no cuela.
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