Si no fuera por Juan Valdés.

Ay, el café, ese gran vicio.

Frente a una taza de café han transcurrido algunas de las conversaciones más intensas de mi vida. También fué él quien me ayudó en mis maratones nocturnos a no caer rendida sobre los apuntes. Me ha servido siempre como comodín o excusa para quedar con alguien con quien de verdad estoy interesada en hablar. Esa típica frase de "te invito a un café" no se la he dicho yo a cualquiera, porque para mí compartir un café es mucho más que tomar algo caliente en un bar cualquiera.

Por la mañana me gusta con leche, después de comer solo, por la tarde cortado y por la noche con leche otra vez. Si es una ocasión especial prefiero un escocés o un irlandés (con helado de vainilla) , o con ron quemado, o capuccino, o vienés, o bombón. Vaya, que creo que me gusta en cualquiera de sus variedades y me da igual si es de Colombia, de Brasil o de Peru, porque cada uno tiene su cosa.


Y qué decir de su aroma?? Pero si hasta tengo velas aromáticas de café!!. Y si un día sacan al mercado una fragancia yo seré la primera en comprar "Eau d'torrefact" (pronunciado "Toguefact" que suena mejor)

Si nada más levantarte, recién salid@ de la duchita lo primero que te apetece hacer es tomarte un café (yo el primero del día me lo tomo con cereales, que no me falten por favor), antes de entrar a trabajar a lo mejor cae otro, a media mañana hay que hacer una pausa obligatoria para tomese otro y reponer fuerzas, después de comer uno más, y por la tarde otro que puede ser el penúltimo.... sin duda eres de l@s mí@s!!


En los altares debería estar este hombre.