08 enero, 2006

Ya están aquiiiii!!!!!!

Si la navidad en general resulta un duro golpe para nuestros bolsillos, nada más empezar el año ahí llegan ellas, las más bellas: Las Rebajas de Enero.

Primer día de rebajas : Imposible aparcar el coche. Los parkings están a tope, las calles están colapsadas. Tras una o dos horas la fortuna te sonríe y encuentras un hueco donde dejar el coche.

Segunda odisea: encontrar algo entre las montañas de ropa revuelta que llenan las estanterías de las tiendas. Esto es algo que me desespera, ver toda la ropa mezclada y no encontrar nada en el sitio en que debería estar. Por supuesto ni se te ocurra preguntar a ninguna "amable " dependienta, o se tirará directamente a tu yugular.

Si finalmente tienes la suerte de encontrar algo que esté medianamente bien y te animas a probártelo, te encuentras (después de sortear miles de obstáculos) con una cola de 20 metros llena de gente que espera turno con los brazos llenos de prendas por probarse. Aquí es donde valoras lo que te gusta la prenda que has cogido: si de verdad la quieres, esperas la cola que haga falta, aunque estés al borde de la lipotimia por el calor que hace en la tienda (y tú con el abrigo y la bufanda puestos). Si no estás dispuesta a hacer ese sacrificio es que lo que te ibas a comprar no merecía la pena.

En caso de haber logrado superar la prueba del probador pueden ocurrirte dos cosas:

a) Que lo que te has probado te quede como el culo, o directamente compruebes que de verdad te has pasado con los polvorones y has subido dos tallas. En este caso pillas un cabreo espectacular.

b) Que te quede todo fenomenal (menudo ojo tenemos! ;)) y salgas del probador como la reina de Saba mirando por encima del hombro a todos los pringados que hacen cola.

En este último caso aún te espera un reto más: otra cola de 40 metros para pagar!!!!!. Horror! Y por si fuera poco con el calorazo que hace (¿Qué demente es el encargado de regular la temperatura?), la música suena a toda pastilla provacando un ritmo frenético entre los compradores que te lleva casi al borde de la neurastenia.

Si aún así llegas hasta la caja, donde pagas y la "amable" dependienta vierte tu preciado trapito en una bolsa, tienes ganada una plaza en el cielo o en su defecto un apartamento en Marina D'Or, ciudad de vacaciones.

Eso sí, como luego no te pongas nunca el puñetero jersey, es como pa matarte.


2 comentarios:

Ana María dijo...

No me digas que todavía estás de rebajas.
¡Te vas a arruinar! ¡Para ya de comprar!

Lovely dijo...

Pero si no me he comprado nada!!!!!
Buahhhhhhhhh, es que no soporto las rebajas!!!!